Punta Lourde-Rocheblave (3.104 mts.)

Punta Lourde-Rocheblave (3.104 mts.)
25 de Julio del 2008
Mostrando entradas con la etiqueta Ochoa Iñaki. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ochoa Iñaki. Mostrar todas las entradas

25 mayo 2008

"Un rescate así es la grandeza absoluta"

ÓSCAR GOGORZA - Pamplona - 25/05/2008
Se puede entender la montaña y valorar profundamente a un alpinista aun sin tener la fiebre de las cimas. Jorge Nagore no es un montañero. Ni falta que le hace. Este periodista de Pamplona era una de las personas más unidas a Iñaki Ochoa de Olza y, junto a Koldo Aldaz y Cris Orofino, integrante del núcleo duro responsable de la coordinación de un rescate que, si no llegó a tiempo de salvar al navarro, ha dignificado valores como la amistad y la solidaridad. Nagore desvela los entresijos de seis días de pelea y recuerda que él es sólo una más de las numerosas personas que se volcaron para socorrer a Ochoa de Olza.
Pregunta. ¿Cómo empezó todo para el pequeño grupo que ha coordinado las labores de rescate de Iñaki?
Respuesta. El martes, después del shock del lunes, Koldo Aldaz comprueba que no es operativo que cada uno de nosotros realicemos gestiones desde nuestras casas, con pocos medios. A pesar de que tanto a Horia Colibanasu como a Iñaki se les terminan las baterías del teléfono satélite y que desde el lunes a las seis de la tarde no sabemos nada de ellos ni de Alexei Bolotov, Koldo ve ese día que es prioritario centralizar el esfuerzo. Por eso se pone en contacto con Diario de Navarra, copatrocinador de Iñaki junto con Lorpen, le pide ayuda y el periódico se vuelca. Y, entonces, desde la madrugada del martes hasta el miércoles y hasta hoy, aquí estamos unos cuantos. Simplemente, ha coincidido que somos diez o doce. Podríamos haber sido varios miles. Pero no había una sala tan grande. También hay que decir que, sin la increíble ayuda de los equipos que en casa tenían todos los escaladores, de los gestores de la página web mounteverest.net y de muchísima más gente, habría sido inviable.
P. Hace apenas diez años no existían los teléfonos vía satélite. ¿Qué habría sido de Iñaki sin la posibilidad de este tipo de comunicación?
R. Habría muerto posiblemente de inmediato, quizás el jueves, porque no habría tenido la dexametaxona y el corticoides que Ueli Steck le inyectó ese día. ¿Quién sabe? Horia habría bajado después de haberle cuidado como lo ha hecho ahora, pero con mucha más angustia porque no habría tenido la ayuda moral que ha tenido y el conocimiento de lo que se estaba organizando y de la gente que venía. Tal vez también habría muerto.
P. ¿Cómo explicar el gesto de Colibasanu, el regreso sobre sus pasos de Alexei Bolotov o la carrera montaña arriba de Steck y Dennis Urubko?
R. Amistad, compromiso, cariño, admiración por Iñaki, sembrar y recoger, respeto... La grandeza absoluta. No hay palabras. Es que no las hay. Cualquiera que sepa lo que supone la cara sur del Annapurna y esa ruta estará de acuerdo.
P. ¿Cuántas veces se sintió impotente pese a semejantes esfuerzos?
R. Tantas como feliz y profundamente emocionado cada vez que cada una de las cientos de pequeñas mínimas gestiones salían bien o mal, algo se retrasaba o algo no encajaba. Pero, ante todo, estaba impresionado por lo que hacía esa gente allá. Lo dijo Gregorio Áriz: "Ha sido una pirámide perfecta". Todo estaba planeado al milímetro por ellos para que el viernes a Iñaki le llegara el oxígeno de Urubko, que la cámara hiperbárica llegase al campo 3... Entre Steck, Urubko y Don Bowie, algo más retrasado que Urubko pero que también habría llegado al campo 4, tratarían de bajar a Iñaki como pudieran hasta el campo 3 o lo más cerca posible.
P. ¿Cómo y dónde han vivido estos seis últimos días?
R. En la arista este de la cara sur del Annapurna con miles de personas más que conocían y querían a Iñaki antes de esto y millones más que le han conocido ahora y se han impresionado por el drama y por el increíble gesto del que creemos que es el primer rescate de esta envergadura en la historia: sólo dos de los 14 escaladores que han participado estaban en esa montaña cuando se produjo el accidente. Si se refiere a dónde físicamente, en una sala del Diario de Navarra casi las 24 horas, aunque hemos hecho turnos para no derrumbarnos. Respecto al cómo, con una mezcla de realismo y, al tiempo, optimismo, asombro, tensión absoluta y emoción infinita. A todos se nos saltaban las lágrimas cuando nos enterábamos de que Bogomolov subía y Bolotov sufría, pero resistía para apoyar e incluso subir al campo 3. Han estado 14 escaladores y desde ahora para nosotros los 14 ochomiles son ellos.
P. Fallecido Iñaki, apenas se concedieron unos minutos antes de ponerse manos a la obra para garantizar la seguridad de las 14 personas diseminadas por la montaña. No tuvo que ser fácil cambiar de registro...
R. Decir lo contrario sería mentir. Pero este grupo lo bueno que ha tenido es que todos somos diferentes. Cada uno aportaba ideas distintas, frialdad, emoción, todo lo que tenía... En ese momento la frialdad de Juan nos lo hizo ver claramente. Lo vimos al instante, a los 15 minutos de escuchar la noticia de los labios de Horia y de que Pablo llamara a la familia. Era crucial trabajar para que se enteraran los escaladores lo antes posible y regresaran lo más bajo que pudieran. Y era vital que los helicópteros siguieran allá ante la posibilidad de que el tiempo empeorara. Todo el viernes el tiempo fue malo y para ayer y hoy las previsiones todavía eran peores. Afortunadamente, nuestros particulares héroes ya están a salvo gracias exclusivamente a su talento, fuerza y técnica. Desde aquí sólo se ha intentando presionar, informar y avisar. Poco más. Todo el mérito es de ellos.
P. Ayer, uno de los hermanos de Iñaki pudo al fin hablar con Colibasanu. ¿Cómo fue?
R. Sabíamos durante toda la noche que cada minuto que Iñaki aguantaba era un milagro, dado que su edema pulmonar avanzaba y que cada vez la respiración era más acelerada y fuerte. Pablo hablaba con Horia y con Nancy [compañera de Iñaki, presente en el campo base] cada vez que podía. Aunque el resto estuviéramos en otras cosas, conteníamos la respiración, le mirábamos, esperábamos. Enseguida nos hacía gestos para tranquilizarnos y seguíamos. La última vez no fue posible. Escribió RCP, reanimación cardiopulmonar; dibujó una cruz y nos quedamos en silencio. Duro, muy duro. Ver llorar como un niño a un médico intensivista como Koldo Martínez, que nos acompañó los dos últimos días y noches, que las ha visto de todos los colores en medicina y que no conocía de nada a Iñaki, plasma el nivel de tensión y compromiso que había.
P. Seguramente, Iñaki habría escrito una crónica fantástica con todos estos sucesos...
R. Que nadie lo dude. La habría titulado a su manera punki, Pa habernos matau, o así. No sabemos si echaremos más de menos al Iñaki que escribía, al que daba charlas fantásticas, al que subía o no subía montañas o a qué Iñaki. Es, al margen de lo personal, una pérdida enorme para el himalayismo mundial. Esas 14 personas también lo entendieron así, al igual que otros muchos escaladores que se ofrecieron, pero que no llegaron a tiempo a los vuelos.
© Diario EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200

24 mayo 2008

NO HA SIDO POSIBLE.

Iñaki al final ha muerto. No ha sido posible salvarle la la vida. Pero queda una magnífica lección de solidaridad entre montañeros.
Frente a tantos casos de insolidaridad en la montaña de los que , abochornados, nos hemos ido enterando en los últimos tiempos, muchos de ellos protagonizados por alguna de esas cientos de cordadas "comerciales" que recorren las cimas más emblemáticas del Himalaya (especialmente el Everest), nos llega ahora el contrapunto admirable.
Nada podrá consolar a los amigos y familiares de la muerte de Iñaki, pero para nosotros, modestos montañeros, nos reconforta comprobar que entre la élite de nuestros "colegas", todavía alumbra la llama de la tradicional solidaridad en la montaña.
Nuestra admiración, nuestro respeto y nuestro agradecimiento, a todos los que han hecho lo imposible por salvar la vida de Iñaki.
No ha sido posible. Pero ha sido muy bonito.
(Emilio Alonso Sarmiento)

-----------------------------------------------------------------------------------------

Iñaki Ochoa se apaga en el Annapurna


Un equipo de rescate salió en busca de montañero español atrapado en el Himalaya
ÓSCAR GOGORZA - Madrid - 23/05/2008
Cinco días de esfuerzos indescriptibles no han servido para salvar la vida del alpinista navarro Iñaki Ochoa de Olza, que ha fallecido esta mañana a las 08.45 (12.30 en Nepal) en la tienda del campo 4 de la cara sur del Annapurna. Iñaki no ha muerto solo: junto a él, y desde ayer, seguía el suizo Ueli Steck hidratándole y medicándole de acuerdo a los consejos de un equipo médico reunido en Pamplona por Koldo Aldaz, Jorge Nagore y Cristina Orofino, íntimos del himalayista navarro y auténticos responsables del despliegue técnico y humano puesto en marcha desde el lunes para socorrerle.
A primera hora de la mañana, sólo había sitio para la esperanza en Pamplona: el kazajo Dennis Urubko había dejado el campo 3 con oxígeno embotellado en su mochila, un medio para mantener a Iñaki unas horas más con vida. Por debajo, en el campo 2, un médico polaco esperaba con una cámara hiperbárica e, incluso el ruso Sergei Bolotov, aquejado de un edema pulmonar se había negado a descender hasta el campo base y había vuelto sobre sus pasos hasta alcanzar el campo 3. Todo por Iñaki.
En un gesto de profundo conocimiento de lo que implica permanecer en una montaña de estas características, la familia del alpinista navarro ha solicitado a las 14 personas involucradas en el rescate que desciendan cuanto antes, máxime cuando el tiempo ha empeorado bruscamente. Sólo Urubko prestará ayuda al suizo Steck mientras la familia aplaza cualquier decisión sobre el cuerpo de Iñaki Ochoa.
Iñaki, atrapado a 7.400 metros desde el lunes, ha vivido las últimas 48 horas contra el reloj: el cuerpo humano se 'come' a sí mismo a esa altura, se degrada sin remedio. Lo sabía bien Iñaki, lo sabía su familia, los médicos y los alpinistas que han corrido montaña arriba para evitar éste desenlace. Se va uno de los himalayistas más carismáticos y comprometidos del momento. Queda una enorme lección de solidaridad.



Ayudas en vano
Ochoa de Olza, quien había renunciado a la cima por unas congelaciones en sus dos manos, sufrió el pasado día 19 un ataque que le dejó prácticamente inconsciente, un estado en el que ha permanecido durante estos días a 7.400 metros de altitud junto con su compañero rumano Horia Colibasanu. Allí permanecieron solos y sin medicación hasta que ayer llegó el primero de los alpinistas movilizados para su rescate, el montañero suizo Ueli Steck, quien le prestó asistencia médica siguiendo las instrucciones que le transmitía por radio un equipo médico.
En ese momento, Colibasanu, quien también sufría problemas de salud, emprendió el descenso. La llegada de Steck hizo que los allegados al montañeros no perdieran la esperanza de que éste pudiese recuperarse, lo que finalmente no ha sido posible. Además se da la casualidad de que hoy había salido un segundo helicóptero en busca del montañero, la última de las gestiones que habían realizado y que, según han lamentado, "ha llegado demasiado tarde".
Ahora, según han apuntado dichas fuentes, lo importante es ayudar a bajar de la montaña, donde hace muy mal tiempo, a quienes han ido a ayudarle y que "han dado mucho más de lo que nadie está dispuesto a dar por él". Ochoa de Olza era un montañero experimentado con treinta expediciones al Himalaya y 15 ochomiles en su haber, según se indica en su página web, en la que se destaca que fue el primer español en escalar un ochomil en 24 horas y poseía el récord español de ascenso en el Aconcagua (5 horas y 45 minutos) hasta el año 2004.



El rescate, en camino
Un helicóptero de rescate había salido en busca del montañero español Ignacio Ochoa de Olza, que permanecía en estado de seminconsciencia a 7.400 metros de altura en el monte Annapurna, en el Himalaya nepalí. "Un segundo helicóptero partió hacia la montaña esta mañana", ha contado Nima Nuru Serpa, de la agencia de expediciones de montaña Cho-Oyu Trekking.Ochoa, de 41 años, que formaba parte de una expedición internacional de 11 miembros entre la que se encuentran ciudadanos rusos, rumanos y estadounidenses, permanece atrapado desde el miércoles en el campamento base del monte Annapurna (8.091 metros). "Un escalador rumano de la misma expedición estuvo con él hasta ayer y ahora está con un montañero suizo", ha añadido Sherpa, quien ha precisado que ese último alpinista ha estado atendiendo al español siguiendo las instrucciones de un médico a través de internet.La información que ha aportado Sherpa antes del fallecimiento era que Ochoa se encontraba "muy débil". El pasado miércoles, un helicóptero salió en búsqueda del escalador español, pero no logró aterrizar en el campamento base a causa de las inclemencias meteorológicas.



Fallece otro alpinista en el Everest
Un alpinista suizo de 45 años ha muerto durante el descenso desde la cima del Everest y se convierte en la primera víctima mortal de esta temporada en el pico más alto del mundo. "Murió mientras regresaba después de alcanzar la cumbre de la montaña el jueves, pero todavía desconocemos los detalles", ha declarado Pralahd Chapagain, de la agencia Iceland Trekking, organizadora de la expedición. El equipo estaba compuesto por otros seis montañeros suizos que también lograron coronar el mítico "ochomil" del Himalaya nepalí. La víctima, que ha sido identificada como Goltz Uwe Micha Johannes, alcanzó la cima el jueves junto a otras 70 personas, según las cifras gubernamentales. Otras fuentes aseguran que hasta 77 personas coronaron el Everest ese mismo día, lo que podría significar récord de ascensos en una sola jornada.
© Diario EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200

------------------------------------------------------------------------------------------


La Montaña Maldita se cobra otra vida
El Annapurna se lleva a Ochoa de Olza
El montañero navarro no pudo superar los daños cerebrales y murió durante el gran despliegue para el rescate
E. RODRIGÁLVAREZ - Bilbao - 24/05/2008

A las 8.45 (hora española), a Iñaki Ochoa de Olza se le acabaron las fuerzas. Seis días después de resistir a 7.400 metros de altura (cinco de estancia y uno de ataque infructuoso a la cumbre del Annapurna, en Nepal), su cuerpo dijo basta. El montañero suizo Ueli Steck, que le había atendido siguiendo las instrucciones del equipo médico desde Pamplona, le vio morir cuando en España se esperaba una última reacción que permitiera salvarle la vida.
A las 8.45 (hora española), a Iñaki Ochoa de Olza se le acabaron las fuerzas. Seis días después de resistir a 7.400 metros de altura (cinco de estancia y uno de ataque infructuoso a la cumbre del Annapurna, en Nepal), su cuerpo dijo basta. El montañero suizo Ueli Steck, que le había atendido siguiendo las instrucciones del equipo médico desde Pamplona, le vio morir cuando en España se esperaba una última reacción que permitiera salvarle la vida. "Al menos, no ha muerto solo", comentan sus familiares, que a las siete de la mañana aún alimentaban la esperanza de un final feliz.
Poco después llegó la fatal noticia: el edema cerebral se unía a un edema pulmonar y, posiblemente, al padecimiento de algún trombo y Ochoa falleció sin que Steck pudiera hacer nada por evitarlo y sin que al montañero kazajo Dennis Urubko le diera tiempo a llegar con las bombonas de oxígeno artificial que le habrían reanimado y ampliado sus horas de supervivencia.
En el campo 3 le esperaba una cámara hiperbárica, que permite reducir artificialmente la altitud y, por lo tanto, recuperar las constantes vitales. Una reanimación que habría sido fundamental para emprender el descenso, casi imposible ante la inmovilidad de Ochoa de Olza. "Bajarlo inmovilizado era una tarea harto complicada. Sólo se le podía meter en el saco y arrastrarlo por la nieve. El problema es cuando no tienes cuerdas fijas para superar desniveles del 50%. Es casi imposible", explican montañeros de su entorno.
Las fuerzas de Ochoa de Olza parecían sobrehumanas y la operación de rescate reunía las mejores condiciones. Pero "cinco días enfermo a 7.400 metros es un reto casi imposible", agregan, aunque hubiera las máximas garantías de éxito profesional incluso a pesar del mal tiempo que reina en La Montaña Maldita. "Lo que se ha hecho es un esfuerzo de locos cabales", resume otro montañero que ha vivido al minuto la odisea de un rescate finalmente imposible.
Steck y su compatriota Simon Anthamatten se pusieron en marcha nada más conocer la situación de Ochoa de Olza. Por otro lado, Urubko se despertó en Katmandú tras regresar de una expedición y emprendió el camino de retorno, para ayudar a su amigo, con oxígeno artificial a sus espaldas. Arriba, el compañero de expedición, el rumano Horia Colibasanu, mandaba frecuentes llamadas de auxilio porque veía a Ochoa semiinscosciente y paralizado, y él empezaba a atisbar los síntomas del mal de altura. Colibasanu tuvo que bajar finalmente, aquejado de un edema pulmonar, y por el camino se encontró con Steck, que había perdido a su compañero, también enfermo, en el intento. Steck tuvo que ayudar al rumano a llegar al campo 3 antes de reemprender la marcha hacia el lugar donde se hallaba Ochoa. Una expedición rusa que había abandonado el asalto a la cumbre intentó regresar desde Katmandú y el alpinista Sergei Bolotov, que había hollado la cima antes de que Ochoa padeciera el mal de altura, se recuperaba en el campo base y emprendía el camino del rescate tras superar un edema pulmonar.
Todo estaba en marcha. Una parte de la élite del alpinismo mundial se había movilizado para salvar al español, que permanecía inmóvil a 7.400 metros. Steck llegó a su lado y le acompañó en su muerte. Luego, tuvo que ser ayudado por Urubko a regresar tras lo que muchos consideran "un esfuerzo sobrehumano". "Lo que ha hecho Steck no tiene nombre. Sólo un alpinista de su nivel puede llevarlo a cabo", afirman los montañeros que han seguido al minuto el rescate imposible de Ochoa de Olza.
A las 8.45 llegó la trágica noticia. La familia de Ochoa de Olza ha decidido que su cuerpo se quede en el lugar donde murió "para no arriesgar más vidas". "Que todos bajen de allí y que nadie se juegue la vida", concluyeron ayer en Pamplona.
Ochoa de Olza se fue con 15 ochomiles en sus piernas a punto de cumplir los 41 años. Le faltaron unas pocas horas para salvarse, pero aguantó más de las que la fisiología prevé en estos casos.
© Diario EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200

------------------------------------------------------------------------------------------


"Murió como su admirado Boukreev"

Simone Moro ha perdido ya a dos grandes amigos en la cima más peligrosa del mundo
E. R. / O. G. - Bilbao - 24/05/2008

Curiosamente, el Annapurna, la montaña más temida del Himalaya, la llamada Montaña Maldita, fue la primera en ser hollada, en 1950 por una expedición francesa. Desde entonces, sin embargo, el Annapurna provoca un respeto asombroso y se ha convertido en la cima con mayor porcentaje de peligrosidad de todo el himalayismo. Según datos de 2004, el Annapurna tenía un coeficiente de peligrosidad del 40,2% con 55 muertes en 137 ascensiones. Los datos se han incrementado, pero el coeficiente se mantiene. El Annapurna, el Nanga Parbat y el K2 son los tres gigantes más temidos, por distintas razones, entre los alpinistas. No es extraño que de los 14 ochomiles del planeta, el Annapurna sea el menos escalado. Casi todos los ochomilistas lo dejan para el final. Reservan fuerzas para lo que saben que será una aventura compleja.
El italiano Simone Moro, uno de los referentes mundiales del alpinismo, vivió ayer por segunda vez una tragedia en el Annapurna. "Ha sido una pérdida enorme", dice refiriéndose al fallecimiento de Iñaki Ochoa de Olza, su buen amigo; "Una pérdida enorme en lo personal y en cuanto al himalayismo". "Iñaki", recordaba ayer, "admiraba a Anatoly Boukreev, un alpinista ruso que murió en una expedición conmigo en esta montaña. Ahora ha muerto como él". Fue su segundo golpe. Moro y Ochoa de Olza compartieron expedición en Pakistán y ayer aún no se explicaba el fatal desenlace que ha dejado al montañero navarro para siempre en el Annapurna.
Los hermanos Eneko e Iker Pou se enteraron del fatal desenlace en el Yosemite estadounidense. "Estamos hundidos y lo único que podemos decir es que hay que agradecer a todas las personas que han colaborado en el intento de rescate de Iñaki. Ciertamente, era muy complicado, pero han hecho un esfuerzo sobrehumano", afirma Eneko Pou.
Para Juanjo San Sebastián, que ya sufrió la congelación (y posterior amputación) de varias falanges de las manos en el K2 en 1986, "el rescate era muy complicado en esas circunstancias": "Aun así, confiaba en que Iñaki resistiera y se pudiera consumar con éxito tal esfuerzo humano por todas las partes".
Koldo Aldaz, amigo y compañero en dos expediciones (Everest y Kangchenjunga) de Ochoa de Olza, destacó su pasión por la montaña: "Vivía en la montaña y su vida era esa". Aldaz ha añadido que "fuera de la montaña vivía poco" y cuando se encontraban "casi siempre" hablaban de la montaña. "Como montañero era magnífico; como persona, muy bueno, y como amigo, entrañable y cercano", ha comentado Aldaz, quien recuerda que cuando recibió la noticia del fallecimiento de Ochoa de Olza se quedó "hecho polvo".
No pudo ser. La Montaña Maldita se cobró una nueva víctima. Y no fue la única. Ayer, un alpinista suizo de 45 años murió durante el descenso desde la cima del Everest y se convirtió en la primera víctima mortal de esta temporada en el pico más alto del mundo.
"Murió mientras regresaba después de alcanzar la cumbre de la montaña el jueves, pero todavía desconocemos los detalles", dijo Pralahd Chapagain, de la agencia Iceland Trekking, organizadora de la expedición. El equipo estaba compuesto por otros seis montañeros suizos que también lograron coronar el mítico ochomil del Himalaya nepalí. La víctima, que ha sido identificada como Goltz Uwe Micha Johannes, alcanzó la cima el jueves junto a otras 70 personas, según las cifras gubernamentales. Otras fuentes aseguran que hasta 77 personas coronaron el Everest ese mismo día, lo que podría significar el récord de ascensos en un solo día.
© Diario EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200

---------------------------------------------------------------------------------------------


PERFIL: "La cima traidora"



ÓSCAR GOGORZA - Madrid - 23/05/2008
Antes de conocer a Iñaki Ochoa de Olza creía que los himalayistas eran tipos sofisticados, por supuesto patrocinados, pagados de sí mismos. Muchos obedecen a éste perfil, es cierto, aunque Iñaki se encargó bien pronto de romper estos estereotipos. En el monte, viajaba con camisetas descoloridas, guantes sospechosamente ajados y mallas agujereadas. Un profesional sin contrato, ingresos ni logotipos que lucir. Un tipo ajeno al qué dirán. Vivía en el límite de lo que la austeridad da de sí, pero pronto supe que las ropas que le vestían eran, en realidad, trofeos: un gorro regalado por un famoso alpinista norteamericano, las mallas de un escalador mexicano, las gafas de un ruso?
"Toda la vida suplicando un patrocinio, y ahora que lo tengo me mandan tanta ropa que no me da tiempo ni a abrir las cajas", se reía recientemente. Pero un año antes, tuvo que renunciar a las carreras de esquí de montaña porque no podía asumir el coste de las inscripciones. Después de 20 años escalando 'ochomiles', alguien se dio cuenta de que el hombre merecía una ayuda y, de pronto, se vio con dos patrocinadores dispuestos a invertir en él, amén de un fabricante de material que le inundaba la casa con chaquetas de pluma. "Y, encima, me sobrán unos dos mil euros al año para mis cosas", se partía de risa.
Mientras, trabajó como guía en el Himalaya, mandando en dos ocasiones a paseo y sin despeinarse a sus impresentables jefes. "Mejor libre y pobre, que con dinero y amargado", solía decir. Difícil conocer a una persona más despreocupada ante las grandes incógnitas de lo cotidiano: ¿me compraré un todoterreno? ¿Llegaré a fin de mes? ¿Me renovarán el contrato? ¿Tendré plaza de garaje? La vida a salto de mata fue una constante en la existencia de Iñaki Ochoa, al que sólo una vez vi angustiado: operado de una rodilla, temía no restablecerse a tiempo para acudir a su cita con el Himalaya.
En las bodas de sus amigos, reunía una camisa de un hermano, los zapatos del otro, y sus vaqueros preferidos y acudía "disfrazado" a la ceremonia conduciendo el Nissan Micra más exprimido de la historia. Para las ocasiones especiales, llegó a comprarse una camisa?pero de un fabricante de ropa de montaña, por si las moscas. A fuerza de verle en la montaña, costaba ubicarle en otras coordenadas, pero siempre se despedía de sus amigos navarros cenando un bocadillo en el bar Zokoa.
Nunca le tuvo aprecio al Annapurna, la montaña en la que falleció su amigo Anatoli Boukreev. "Es una cima traidora", dijo al poco de renunciar en su cara norte el pasado año. Una placa será colocada en su recuerdo. Hará compañía a la que sirvió para despedir a Boukreev.
© Diario EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200