Punta Lourde-Rocheblave (3.104 mts.)

Punta Lourde-Rocheblave (3.104 mts.)
25 de Julio del 2008

18 junio 2008

COVA DE SES DUES BOQUES
(Publico esta ruta a petición de Pep Xisco Pardo, magnífico montañero y buen amigo, que me enseñó maravillosos rincones de los Pirineos durante bastantes veranos).

La primera mitad de la ruta de hoy es un poco complicada; no tiene ninguna dificultad técnica importante (pues el Pas que llamamos del Petit Pi, se supera fácilmente empleando un poco la fuerza de nuestros brazos) pero encontrar la Cova y el Pas no resulta sencillo. Como compensación, la segunda mitad, con múltiples alternativas, siempre discurre por caminos muy marcados.
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Duración de la excursión: unas 4h 30’ de caminar efectivo.


Dificultad: Media***. Aparte de la complicada orientación de la primera mitad, la única dificultad es el Pas del Petit Pi, unos 4 metros, en donde es necesario auparse con los brazos


Equipo: Un sencillo equipo de montaña.


Agua: Sólo en la Font de s’Abeurada, al principio y final de la ruta, podemos hallar agua


Ayudas: En el mapa de Alpina “Mallorca. Tramuntana Central”, está indicado buena parte del itinerario de hoy. Pero no el trozo más complicado, la subida a la Cova de ses Dues Boques y al Pas del Petit Pi


¡¡Respetar siempre la naturaleza!!
Comenzamos nuestra andadura en Valldemossa, en el final de la Urbanización de San Vicente Ferrer (la que hay llegando al pueblo a la derecha, antes del parking público), en el vial de más al Norte de la misma, una calle sin salida (Carrer de les Oliveres). Al final de dicha calle empieza una pista de tierra. Casi enseguida, por la izquierda, arranca el antiguo camino de carro, muy estropeado, que sube al Pla des Pouet. Ascendiendo por él dejaremos a la derecha la desviación a Ses Basses, salvaremos una pared medianera por un botador, y nos dirigiremos, ahora a la izquierda, a Sa Font de S´Abeurada que está allí mismo (10’).

(Font de s'Abeurada)
Y desde ella tomaremos un camino ancho que nos llevará (SW) hasta la proximidades de las Cases de Son Moragues. Según mis noticias esta finca ha sido comprada por la Fundacción Acciona o la familia Entrecanales, c'est la meme chose. Esperemos que ello no ocasione problemas de paso.
El bonito camino llanea atravesando un par de barreras.

Después de una curva, desciende a un claro con unos grandes pinos. Seguimos bajando a la derecha.


Descendemos unos metros más por el ancho camino.


Pero ¡atención! porque en cuanto podamos hemos de desviarnos a la derecha subiendo un poco.Hemos de avanzar Norte sin perder ni ganar altura, hasta llegar a una barrera y una caseta (30’). Pero no hemos de pasar la barrera. A la derecha (E), mediante un zigzag, sube un camino de carro que discurre junto a un forn de calç en el que ha crecido una higuera. Por él llegaremos a un portell sin barrera en una paret de partio. Después del mismo hemos de encaramarnos a la derecha, hasta otro bancal superior en el que hay restos de una sitja y una caseta. Por este bancal hemos de progresar en oblicuo izquierda (NW) hasta el pinar que ya veremos.

Ahora nos hemos de fijar bien, porque al poco, dentro ya del pinar, hemos de encontrar restos de un senderillo que arranca a la derecha, y sube lentamente (NW) hacia los restos de una pared medianera de escasa altura (45’).


No hemos de sobrepasar esta baja pared, hemos de subir a la derecha (E) siempre más o menos paralelos a la misma (hay algunos hitos).


Salvamos un par de resaltes rocosos

Más arriba nos alejamos de la pared hacia la derecha, a encontrar una vaguada encima de la cual, en una especie de cornisa, ya vemos la entrada a la Cova de Ses Dues Bocas (15’).

Como su nombre indica, esta Cova tiene dos bocas, una por la que entramos, y otra que se abre en el acantilado encima de Son Moragues, y constituye un espléndido mirador sobre todo el Pla del Rei (ojo que el salto es mortal de necesidad).


Volviendo a salir de la cueva hemos de tomar a la derecha, cruzar una empinada vaguada, progresar por una especie de cornisa donde hay otra cueva, y subir a la derecha, para situarnos encima de esta última cueva. Entonces ascendemos hasta los pies del acantilado.


(Diego Sans nos explicó en el Forum del GEM que, en este punto, nos podemos desviar a la izquierda para alcanzar en unos pocos minutos (unos 50 mts.) un robusto marge, superando el cual y subiendo por una vaguada mediante un par de zigzag, nos colocaremos enseguida en la parte alta del acantilado. Y desde allí, a la derecha, llegaríamos a la parte superior del Pas des Petit Pi, y al camino al Mirador de Na Torta). Un día iré a explorar esta alternativa. Pero hoy, a los pies de los acantilados, seguimos hacia la derecha bordeando la base de los mismos.

Y vamos buscando el rincón donde se halla el único lugar practicable: el Pas des Petit Pi (15’).

El Pas tiene un arbolillo a la derecha para apoyar el pie, y otro a la izquierda para agarrarnos con las manos y salvarlo. Pero ¡ojo! porque el mismo Diego, nos anunciaba que uno de los arbolillos ha sido cortado por algún desaprensivo. Así que puede que salvar el Paso tenga, ahora, un poco más de dificultad.

(Pas des Petit Pi)


(El Pas visto desde arriba)

Ya encima del Pas avanzamos hacia la derecha (SE), para encontrar enseguida el camino que nos lleva al Mirador de Na Torta (15’) y desde él al Pla des Pouet (15’). Habremos tardado (más o menos según lo que nos haya costado orientarnos) 2h 30’ desde el inicio.
(Es Pouet)
Para completar nuestra ruta de hoy, ahora tenemos muchas alternativas, siempre por caminos claros. Yo prefiero la que desde el Pouet, sube por la izquierda (NW) al Mirador de Can Costa (de les Puntes)...
(Mirador de Can Costa o de Ses Puntes)

pasa por la cima de Sa Talaia Vella...


se dirige a la Caseta de la Talaia Vella (Caseta Refugi)...


baja al Coll de Son Gallard (donde hay unos pedrissos que hizo construir s’Arxiduc), y sigue recto (SE) por el Cami de S’Arxiduc, hacia el Puig Caragoli. Pero ¡ojo! porque nosotros hemos de tomar un desvío a la derecha (a unos 07’ del Coll) a la Cova del Ermita Guillem.


(desvío que hemos de tomar)


(Cova de s'Ermita Guillem)

(interior de la Cova)
Este curioso lugar es un antiquísimo centro de vida eremítica, de manera que hay que respetarlo seriamente. Y desde él , dejando a la izquierda la entrada a sa Cova de s'Ermita, podemos bajar hacia el Sur, por restos de sendero que atraviesa una rosseguera, de nuevo al Pla des Pouet, y a Valldemossa.
(Vista del Pla des Pouet, al cual nos dirigimos)

(Rosseguera bajando al Pla des Pouet)

En el centro del Pla des Pouet desembocaremos en el ancho camino que, hacia la izquierda (S), nos bajará de nuevo a Valldemossa.

Esta segunda parte de la ruta, nos habrá supuesto unas 2h. más de caminar.

Palma de Mallorca a 3 de Junio del 2007



03 junio 2008

EL PUIG DE BALITX I LA COVA DEL MIGDIA

Divertida ruta con una “grimpada” al Pas d'en Barona. Y espléndidas vistas sobre la costa norte y el valle de Soller.
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Duración de la excursión: 4h. 30’ de caminar efectivo.

Dificultad: Media***. Conviene estar algo entrenados, y tener buen sentido de la orientación en montaña

Agua: Posibilidad en la Font des Salt. Pero siempre hay que llevar agua por Mallorca, las pocas fuentes no siempre manan.
Ayudas: En el mapa de Alpina “Mallorca. Tramuntana Central”, figura la zona que vamos a recorrer, y está señalizado prácticamente todo el itinerario.

¡¡Respetar siempre la naturaleza!!

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Nuestra ruta de hoy transcurre por una serie de caminos antiguos, poco transitados y, por ello, invadidos por la vegetación y, a ratos, algo perdidos. Así que hemos de estar atentos para poder seguirlos sin errores.

Iniciamos el recorrido en el Puerto de Soller, por el Cami de Sa Figuera, carretera asfaltada paralela al torrente del mismo nombre, que nos llevará en 20´ al llogaret y Cases de Sa Figuera. Al llegar a las mismas cruzamos entre las dos primeras casas a la izquierda, para encontrar un camino empedrado que pasa por detrás de Can Bardí.

(Can Bardi)

Este camino se convierte en una pista que seguiremos hasta las Cases de Ca s'Hereu.

(Ca s'Hereu)

Detrás de las mismas, en un huerto de naranjos, se inicia el bonito y espectacular Camí de Ses Basses.


Al llegar a Ses Basses y a un porxo derruido (45´ desde Sa Figuera) el camino se acaba.

(Ses Basses)


(Porxo en Ses Basses)

Ahora tenemos que subir por los bancales abandonados, hasta alcanzar la base del Puig de Balitx. Desde aquí derivamos algo a la izquierda (Noroeste) sin camino, pero con algunos hitos (fites) que nos señalarán la dirección, para subir por una especie de ancha chimenea (fácil),


hasta el collado que vemos encima de sa carena (la cuerda), de los dos el que está más próximo a la cima, donde se halla el Pas d'en Barona (40´ desde las Basses)

(Pas den Barona)

Desde encima del Paso – muy fácil de superar – un sendero nos llevará (Este), en 15´, hasta la entrada de la enorme Cova del Migdia.



Y la cima del Puig de Bàlitx (580 mts.) ya nos queda muy cerca, sólo nos separan de ella unos 20´ de subida hacia el Norte, aunque sin sendero. Desde la cima hemos de bajar por un terreno rocoso algo dificultoso, en dirección Sureste, hasta alcanzar la horrorosa pista que se abrió, para los trabajos relacionados con la conducción del agua de Sa Costera hasta Soller. Si prestamos atención, podemos seguir – siempre en dirección Suroeste - los trozos que han quedado del viejos camino empedrado, para evitar parte de la nueva pista.
Desembocaremos en otra pista que seguiremos hacia la derecha y que, siempre en dirección Suroeste, nos llevará hacia las Cases de Balitx d'Amunt. Dejaremos las Cases bastante a nuestra izquierda (Sur) y, por ancho camino al Oeste, alcanzaremos la Font des Salt (más o menos una hora desde la cima del Puig).

(A lo lejos: el Salt, que da nombre a la fuente)

(Font des Salt)

Bueno, ahora hemos de prestar mucha atención, porque hemos de continuar hacia nuestra derecha – Noroeste – por encima de un bancal que hay frente a la Fuente, para enlazar con el antiguo Cami de la Coma del Port. (Siento no disponer de fotos de este tramo de la ruta, pero pendiente de seguir el camino, que se halla bastante perdido, me olvidé de hacerlas).

Este camino, que avanza primero Norte y luego Oeste, como algunos de los que ya hoy hemos transitados, se encuentra, como digo, a ratos bastante perdido e invadido por la vegetación. Pero una antigua canaleta - más o menos paralelos a la cual iremos descendiendo - nos servirá para conectar con él, y seguirlo en los trozos en que prácticamente ha desaparecido.
Una vez atravesado el Torrent de Sa Figuera, el viejo camino se convierte en moderna y antiestética pista. Pero por ella, tras pasar por las casas de Sa Coma y de s'Hereu, llegaremos de nuevo a Sa Figuera y al Port de Soller (unos 70´ desde Sa Font des Salt).




Palma de Mallorca 13 Diciembre 2006

31 mayo 2008

55 AÑOS DE LA 1ª AL EVEREST.


En el verano del 53 o del 54 ¡del siglo pasado! en Valldemossa, donde veraneábamos y cuando acababa de cumplir los once o doce años, leí el libro del Sir John Hunt “La ascensión al Everest”. En los días siguientes unos soldaditos de plástico que tenía, se convirtieron en los aguerridos montañeros de la expedición inglesa que había coronado, por primera vez, la cima más alta del planeta. Las pequeñas figuritas de los Hillary, Tensing, Lowe, Bourdillon (mi favorito), Westmacott... etc. subían y bajaban por la pared de pedra en sec que había en el jardín de nuestra casa, encordados los unos a los otros por trozos de hilo de coser, como por Everest en miniatura.
Es posible que la lectura de dicho libro, que he vuelto a releer varias veces, plantara el germen, sin yo darme cuenta entonces, de mi posterior pasión por la montaña.
Ahora ya ha pasado más de medio siglo, me parece mentira, y todavía me asombro y me emociono contemplando las fotos de aquella gesta. Hay que fijarse bien en como iban equipados, para alcanzar a comprender de que pasta estaban hechos aquellos montañeros. Me recuerdan las americanas de “tweed”, las camisas de franela, las bufandas de lana, las polainas de tela.... el equipameinto de Mallory y sus compañeros 30 años antes.
Es verdad que Hillary y Tensing subieron con oxígeno, algo que desde que Messner demostró que se podía subir sin él, está muy mal visto. Pero ello no desmerece, a mi parecer, la grandeza de aquella gente. ¡Que tipos, que espíritu, que fortaleza, que fuerza de voluntad...!
En fin... adjunto algunas fotos como pequeño tributo a su memoria.








25 mayo 2008

"Un rescate así es la grandeza absoluta"

ÓSCAR GOGORZA - Pamplona - 25/05/2008
Se puede entender la montaña y valorar profundamente a un alpinista aun sin tener la fiebre de las cimas. Jorge Nagore no es un montañero. Ni falta que le hace. Este periodista de Pamplona era una de las personas más unidas a Iñaki Ochoa de Olza y, junto a Koldo Aldaz y Cris Orofino, integrante del núcleo duro responsable de la coordinación de un rescate que, si no llegó a tiempo de salvar al navarro, ha dignificado valores como la amistad y la solidaridad. Nagore desvela los entresijos de seis días de pelea y recuerda que él es sólo una más de las numerosas personas que se volcaron para socorrer a Ochoa de Olza.
Pregunta. ¿Cómo empezó todo para el pequeño grupo que ha coordinado las labores de rescate de Iñaki?
Respuesta. El martes, después del shock del lunes, Koldo Aldaz comprueba que no es operativo que cada uno de nosotros realicemos gestiones desde nuestras casas, con pocos medios. A pesar de que tanto a Horia Colibanasu como a Iñaki se les terminan las baterías del teléfono satélite y que desde el lunes a las seis de la tarde no sabemos nada de ellos ni de Alexei Bolotov, Koldo ve ese día que es prioritario centralizar el esfuerzo. Por eso se pone en contacto con Diario de Navarra, copatrocinador de Iñaki junto con Lorpen, le pide ayuda y el periódico se vuelca. Y, entonces, desde la madrugada del martes hasta el miércoles y hasta hoy, aquí estamos unos cuantos. Simplemente, ha coincidido que somos diez o doce. Podríamos haber sido varios miles. Pero no había una sala tan grande. También hay que decir que, sin la increíble ayuda de los equipos que en casa tenían todos los escaladores, de los gestores de la página web mounteverest.net y de muchísima más gente, habría sido inviable.
P. Hace apenas diez años no existían los teléfonos vía satélite. ¿Qué habría sido de Iñaki sin la posibilidad de este tipo de comunicación?
R. Habría muerto posiblemente de inmediato, quizás el jueves, porque no habría tenido la dexametaxona y el corticoides que Ueli Steck le inyectó ese día. ¿Quién sabe? Horia habría bajado después de haberle cuidado como lo ha hecho ahora, pero con mucha más angustia porque no habría tenido la ayuda moral que ha tenido y el conocimiento de lo que se estaba organizando y de la gente que venía. Tal vez también habría muerto.
P. ¿Cómo explicar el gesto de Colibasanu, el regreso sobre sus pasos de Alexei Bolotov o la carrera montaña arriba de Steck y Dennis Urubko?
R. Amistad, compromiso, cariño, admiración por Iñaki, sembrar y recoger, respeto... La grandeza absoluta. No hay palabras. Es que no las hay. Cualquiera que sepa lo que supone la cara sur del Annapurna y esa ruta estará de acuerdo.
P. ¿Cuántas veces se sintió impotente pese a semejantes esfuerzos?
R. Tantas como feliz y profundamente emocionado cada vez que cada una de las cientos de pequeñas mínimas gestiones salían bien o mal, algo se retrasaba o algo no encajaba. Pero, ante todo, estaba impresionado por lo que hacía esa gente allá. Lo dijo Gregorio Áriz: "Ha sido una pirámide perfecta". Todo estaba planeado al milímetro por ellos para que el viernes a Iñaki le llegara el oxígeno de Urubko, que la cámara hiperbárica llegase al campo 3... Entre Steck, Urubko y Don Bowie, algo más retrasado que Urubko pero que también habría llegado al campo 4, tratarían de bajar a Iñaki como pudieran hasta el campo 3 o lo más cerca posible.
P. ¿Cómo y dónde han vivido estos seis últimos días?
R. En la arista este de la cara sur del Annapurna con miles de personas más que conocían y querían a Iñaki antes de esto y millones más que le han conocido ahora y se han impresionado por el drama y por el increíble gesto del que creemos que es el primer rescate de esta envergadura en la historia: sólo dos de los 14 escaladores que han participado estaban en esa montaña cuando se produjo el accidente. Si se refiere a dónde físicamente, en una sala del Diario de Navarra casi las 24 horas, aunque hemos hecho turnos para no derrumbarnos. Respecto al cómo, con una mezcla de realismo y, al tiempo, optimismo, asombro, tensión absoluta y emoción infinita. A todos se nos saltaban las lágrimas cuando nos enterábamos de que Bogomolov subía y Bolotov sufría, pero resistía para apoyar e incluso subir al campo 3. Han estado 14 escaladores y desde ahora para nosotros los 14 ochomiles son ellos.
P. Fallecido Iñaki, apenas se concedieron unos minutos antes de ponerse manos a la obra para garantizar la seguridad de las 14 personas diseminadas por la montaña. No tuvo que ser fácil cambiar de registro...
R. Decir lo contrario sería mentir. Pero este grupo lo bueno que ha tenido es que todos somos diferentes. Cada uno aportaba ideas distintas, frialdad, emoción, todo lo que tenía... En ese momento la frialdad de Juan nos lo hizo ver claramente. Lo vimos al instante, a los 15 minutos de escuchar la noticia de los labios de Horia y de que Pablo llamara a la familia. Era crucial trabajar para que se enteraran los escaladores lo antes posible y regresaran lo más bajo que pudieran. Y era vital que los helicópteros siguieran allá ante la posibilidad de que el tiempo empeorara. Todo el viernes el tiempo fue malo y para ayer y hoy las previsiones todavía eran peores. Afortunadamente, nuestros particulares héroes ya están a salvo gracias exclusivamente a su talento, fuerza y técnica. Desde aquí sólo se ha intentando presionar, informar y avisar. Poco más. Todo el mérito es de ellos.
P. Ayer, uno de los hermanos de Iñaki pudo al fin hablar con Colibasanu. ¿Cómo fue?
R. Sabíamos durante toda la noche que cada minuto que Iñaki aguantaba era un milagro, dado que su edema pulmonar avanzaba y que cada vez la respiración era más acelerada y fuerte. Pablo hablaba con Horia y con Nancy [compañera de Iñaki, presente en el campo base] cada vez que podía. Aunque el resto estuviéramos en otras cosas, conteníamos la respiración, le mirábamos, esperábamos. Enseguida nos hacía gestos para tranquilizarnos y seguíamos. La última vez no fue posible. Escribió RCP, reanimación cardiopulmonar; dibujó una cruz y nos quedamos en silencio. Duro, muy duro. Ver llorar como un niño a un médico intensivista como Koldo Martínez, que nos acompañó los dos últimos días y noches, que las ha visto de todos los colores en medicina y que no conocía de nada a Iñaki, plasma el nivel de tensión y compromiso que había.
P. Seguramente, Iñaki habría escrito una crónica fantástica con todos estos sucesos...
R. Que nadie lo dude. La habría titulado a su manera punki, Pa habernos matau, o así. No sabemos si echaremos más de menos al Iñaki que escribía, al que daba charlas fantásticas, al que subía o no subía montañas o a qué Iñaki. Es, al margen de lo personal, una pérdida enorme para el himalayismo mundial. Esas 14 personas también lo entendieron así, al igual que otros muchos escaladores que se ofrecieron, pero que no llegaron a tiempo a los vuelos.
© Diario EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200

24 mayo 2008

NO HA SIDO POSIBLE.

Iñaki al final ha muerto. No ha sido posible salvarle la la vida. Pero queda una magnífica lección de solidaridad entre montañeros.
Frente a tantos casos de insolidaridad en la montaña de los que , abochornados, nos hemos ido enterando en los últimos tiempos, muchos de ellos protagonizados por alguna de esas cientos de cordadas "comerciales" que recorren las cimas más emblemáticas del Himalaya (especialmente el Everest), nos llega ahora el contrapunto admirable.
Nada podrá consolar a los amigos y familiares de la muerte de Iñaki, pero para nosotros, modestos montañeros, nos reconforta comprobar que entre la élite de nuestros "colegas", todavía alumbra la llama de la tradicional solidaridad en la montaña.
Nuestra admiración, nuestro respeto y nuestro agradecimiento, a todos los que han hecho lo imposible por salvar la vida de Iñaki.
No ha sido posible. Pero ha sido muy bonito.
(Emilio Alonso Sarmiento)

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Iñaki Ochoa se apaga en el Annapurna


Un equipo de rescate salió en busca de montañero español atrapado en el Himalaya
ÓSCAR GOGORZA - Madrid - 23/05/2008
Cinco días de esfuerzos indescriptibles no han servido para salvar la vida del alpinista navarro Iñaki Ochoa de Olza, que ha fallecido esta mañana a las 08.45 (12.30 en Nepal) en la tienda del campo 4 de la cara sur del Annapurna. Iñaki no ha muerto solo: junto a él, y desde ayer, seguía el suizo Ueli Steck hidratándole y medicándole de acuerdo a los consejos de un equipo médico reunido en Pamplona por Koldo Aldaz, Jorge Nagore y Cristina Orofino, íntimos del himalayista navarro y auténticos responsables del despliegue técnico y humano puesto en marcha desde el lunes para socorrerle.
A primera hora de la mañana, sólo había sitio para la esperanza en Pamplona: el kazajo Dennis Urubko había dejado el campo 3 con oxígeno embotellado en su mochila, un medio para mantener a Iñaki unas horas más con vida. Por debajo, en el campo 2, un médico polaco esperaba con una cámara hiperbárica e, incluso el ruso Sergei Bolotov, aquejado de un edema pulmonar se había negado a descender hasta el campo base y había vuelto sobre sus pasos hasta alcanzar el campo 3. Todo por Iñaki.
En un gesto de profundo conocimiento de lo que implica permanecer en una montaña de estas características, la familia del alpinista navarro ha solicitado a las 14 personas involucradas en el rescate que desciendan cuanto antes, máxime cuando el tiempo ha empeorado bruscamente. Sólo Urubko prestará ayuda al suizo Steck mientras la familia aplaza cualquier decisión sobre el cuerpo de Iñaki Ochoa.
Iñaki, atrapado a 7.400 metros desde el lunes, ha vivido las últimas 48 horas contra el reloj: el cuerpo humano se 'come' a sí mismo a esa altura, se degrada sin remedio. Lo sabía bien Iñaki, lo sabía su familia, los médicos y los alpinistas que han corrido montaña arriba para evitar éste desenlace. Se va uno de los himalayistas más carismáticos y comprometidos del momento. Queda una enorme lección de solidaridad.



Ayudas en vano
Ochoa de Olza, quien había renunciado a la cima por unas congelaciones en sus dos manos, sufrió el pasado día 19 un ataque que le dejó prácticamente inconsciente, un estado en el que ha permanecido durante estos días a 7.400 metros de altitud junto con su compañero rumano Horia Colibasanu. Allí permanecieron solos y sin medicación hasta que ayer llegó el primero de los alpinistas movilizados para su rescate, el montañero suizo Ueli Steck, quien le prestó asistencia médica siguiendo las instrucciones que le transmitía por radio un equipo médico.
En ese momento, Colibasanu, quien también sufría problemas de salud, emprendió el descenso. La llegada de Steck hizo que los allegados al montañeros no perdieran la esperanza de que éste pudiese recuperarse, lo que finalmente no ha sido posible. Además se da la casualidad de que hoy había salido un segundo helicóptero en busca del montañero, la última de las gestiones que habían realizado y que, según han lamentado, "ha llegado demasiado tarde".
Ahora, según han apuntado dichas fuentes, lo importante es ayudar a bajar de la montaña, donde hace muy mal tiempo, a quienes han ido a ayudarle y que "han dado mucho más de lo que nadie está dispuesto a dar por él". Ochoa de Olza era un montañero experimentado con treinta expediciones al Himalaya y 15 ochomiles en su haber, según se indica en su página web, en la que se destaca que fue el primer español en escalar un ochomil en 24 horas y poseía el récord español de ascenso en el Aconcagua (5 horas y 45 minutos) hasta el año 2004.



El rescate, en camino
Un helicóptero de rescate había salido en busca del montañero español Ignacio Ochoa de Olza, que permanecía en estado de seminconsciencia a 7.400 metros de altura en el monte Annapurna, en el Himalaya nepalí. "Un segundo helicóptero partió hacia la montaña esta mañana", ha contado Nima Nuru Serpa, de la agencia de expediciones de montaña Cho-Oyu Trekking.Ochoa, de 41 años, que formaba parte de una expedición internacional de 11 miembros entre la que se encuentran ciudadanos rusos, rumanos y estadounidenses, permanece atrapado desde el miércoles en el campamento base del monte Annapurna (8.091 metros). "Un escalador rumano de la misma expedición estuvo con él hasta ayer y ahora está con un montañero suizo", ha añadido Sherpa, quien ha precisado que ese último alpinista ha estado atendiendo al español siguiendo las instrucciones de un médico a través de internet.La información que ha aportado Sherpa antes del fallecimiento era que Ochoa se encontraba "muy débil". El pasado miércoles, un helicóptero salió en búsqueda del escalador español, pero no logró aterrizar en el campamento base a causa de las inclemencias meteorológicas.



Fallece otro alpinista en el Everest
Un alpinista suizo de 45 años ha muerto durante el descenso desde la cima del Everest y se convierte en la primera víctima mortal de esta temporada en el pico más alto del mundo. "Murió mientras regresaba después de alcanzar la cumbre de la montaña el jueves, pero todavía desconocemos los detalles", ha declarado Pralahd Chapagain, de la agencia Iceland Trekking, organizadora de la expedición. El equipo estaba compuesto por otros seis montañeros suizos que también lograron coronar el mítico "ochomil" del Himalaya nepalí. La víctima, que ha sido identificada como Goltz Uwe Micha Johannes, alcanzó la cima el jueves junto a otras 70 personas, según las cifras gubernamentales. Otras fuentes aseguran que hasta 77 personas coronaron el Everest ese mismo día, lo que podría significar récord de ascensos en una sola jornada.
© Diario EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200

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La Montaña Maldita se cobra otra vida
El Annapurna se lleva a Ochoa de Olza
El montañero navarro no pudo superar los daños cerebrales y murió durante el gran despliegue para el rescate
E. RODRIGÁLVAREZ - Bilbao - 24/05/2008

A las 8.45 (hora española), a Iñaki Ochoa de Olza se le acabaron las fuerzas. Seis días después de resistir a 7.400 metros de altura (cinco de estancia y uno de ataque infructuoso a la cumbre del Annapurna, en Nepal), su cuerpo dijo basta. El montañero suizo Ueli Steck, que le había atendido siguiendo las instrucciones del equipo médico desde Pamplona, le vio morir cuando en España se esperaba una última reacción que permitiera salvarle la vida.
A las 8.45 (hora española), a Iñaki Ochoa de Olza se le acabaron las fuerzas. Seis días después de resistir a 7.400 metros de altura (cinco de estancia y uno de ataque infructuoso a la cumbre del Annapurna, en Nepal), su cuerpo dijo basta. El montañero suizo Ueli Steck, que le había atendido siguiendo las instrucciones del equipo médico desde Pamplona, le vio morir cuando en España se esperaba una última reacción que permitiera salvarle la vida. "Al menos, no ha muerto solo", comentan sus familiares, que a las siete de la mañana aún alimentaban la esperanza de un final feliz.
Poco después llegó la fatal noticia: el edema cerebral se unía a un edema pulmonar y, posiblemente, al padecimiento de algún trombo y Ochoa falleció sin que Steck pudiera hacer nada por evitarlo y sin que al montañero kazajo Dennis Urubko le diera tiempo a llegar con las bombonas de oxígeno artificial que le habrían reanimado y ampliado sus horas de supervivencia.
En el campo 3 le esperaba una cámara hiperbárica, que permite reducir artificialmente la altitud y, por lo tanto, recuperar las constantes vitales. Una reanimación que habría sido fundamental para emprender el descenso, casi imposible ante la inmovilidad de Ochoa de Olza. "Bajarlo inmovilizado era una tarea harto complicada. Sólo se le podía meter en el saco y arrastrarlo por la nieve. El problema es cuando no tienes cuerdas fijas para superar desniveles del 50%. Es casi imposible", explican montañeros de su entorno.
Las fuerzas de Ochoa de Olza parecían sobrehumanas y la operación de rescate reunía las mejores condiciones. Pero "cinco días enfermo a 7.400 metros es un reto casi imposible", agregan, aunque hubiera las máximas garantías de éxito profesional incluso a pesar del mal tiempo que reina en La Montaña Maldita. "Lo que se ha hecho es un esfuerzo de locos cabales", resume otro montañero que ha vivido al minuto la odisea de un rescate finalmente imposible.
Steck y su compatriota Simon Anthamatten se pusieron en marcha nada más conocer la situación de Ochoa de Olza. Por otro lado, Urubko se despertó en Katmandú tras regresar de una expedición y emprendió el camino de retorno, para ayudar a su amigo, con oxígeno artificial a sus espaldas. Arriba, el compañero de expedición, el rumano Horia Colibasanu, mandaba frecuentes llamadas de auxilio porque veía a Ochoa semiinscosciente y paralizado, y él empezaba a atisbar los síntomas del mal de altura. Colibasanu tuvo que bajar finalmente, aquejado de un edema pulmonar, y por el camino se encontró con Steck, que había perdido a su compañero, también enfermo, en el intento. Steck tuvo que ayudar al rumano a llegar al campo 3 antes de reemprender la marcha hacia el lugar donde se hallaba Ochoa. Una expedición rusa que había abandonado el asalto a la cumbre intentó regresar desde Katmandú y el alpinista Sergei Bolotov, que había hollado la cima antes de que Ochoa padeciera el mal de altura, se recuperaba en el campo base y emprendía el camino del rescate tras superar un edema pulmonar.
Todo estaba en marcha. Una parte de la élite del alpinismo mundial se había movilizado para salvar al español, que permanecía inmóvil a 7.400 metros. Steck llegó a su lado y le acompañó en su muerte. Luego, tuvo que ser ayudado por Urubko a regresar tras lo que muchos consideran "un esfuerzo sobrehumano". "Lo que ha hecho Steck no tiene nombre. Sólo un alpinista de su nivel puede llevarlo a cabo", afirman los montañeros que han seguido al minuto el rescate imposible de Ochoa de Olza.
A las 8.45 llegó la trágica noticia. La familia de Ochoa de Olza ha decidido que su cuerpo se quede en el lugar donde murió "para no arriesgar más vidas". "Que todos bajen de allí y que nadie se juegue la vida", concluyeron ayer en Pamplona.
Ochoa de Olza se fue con 15 ochomiles en sus piernas a punto de cumplir los 41 años. Le faltaron unas pocas horas para salvarse, pero aguantó más de las que la fisiología prevé en estos casos.
© Diario EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200

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"Murió como su admirado Boukreev"

Simone Moro ha perdido ya a dos grandes amigos en la cima más peligrosa del mundo
E. R. / O. G. - Bilbao - 24/05/2008

Curiosamente, el Annapurna, la montaña más temida del Himalaya, la llamada Montaña Maldita, fue la primera en ser hollada, en 1950 por una expedición francesa. Desde entonces, sin embargo, el Annapurna provoca un respeto asombroso y se ha convertido en la cima con mayor porcentaje de peligrosidad de todo el himalayismo. Según datos de 2004, el Annapurna tenía un coeficiente de peligrosidad del 40,2% con 55 muertes en 137 ascensiones. Los datos se han incrementado, pero el coeficiente se mantiene. El Annapurna, el Nanga Parbat y el K2 son los tres gigantes más temidos, por distintas razones, entre los alpinistas. No es extraño que de los 14 ochomiles del planeta, el Annapurna sea el menos escalado. Casi todos los ochomilistas lo dejan para el final. Reservan fuerzas para lo que saben que será una aventura compleja.
El italiano Simone Moro, uno de los referentes mundiales del alpinismo, vivió ayer por segunda vez una tragedia en el Annapurna. "Ha sido una pérdida enorme", dice refiriéndose al fallecimiento de Iñaki Ochoa de Olza, su buen amigo; "Una pérdida enorme en lo personal y en cuanto al himalayismo". "Iñaki", recordaba ayer, "admiraba a Anatoly Boukreev, un alpinista ruso que murió en una expedición conmigo en esta montaña. Ahora ha muerto como él". Fue su segundo golpe. Moro y Ochoa de Olza compartieron expedición en Pakistán y ayer aún no se explicaba el fatal desenlace que ha dejado al montañero navarro para siempre en el Annapurna.
Los hermanos Eneko e Iker Pou se enteraron del fatal desenlace en el Yosemite estadounidense. "Estamos hundidos y lo único que podemos decir es que hay que agradecer a todas las personas que han colaborado en el intento de rescate de Iñaki. Ciertamente, era muy complicado, pero han hecho un esfuerzo sobrehumano", afirma Eneko Pou.
Para Juanjo San Sebastián, que ya sufrió la congelación (y posterior amputación) de varias falanges de las manos en el K2 en 1986, "el rescate era muy complicado en esas circunstancias": "Aun así, confiaba en que Iñaki resistiera y se pudiera consumar con éxito tal esfuerzo humano por todas las partes".
Koldo Aldaz, amigo y compañero en dos expediciones (Everest y Kangchenjunga) de Ochoa de Olza, destacó su pasión por la montaña: "Vivía en la montaña y su vida era esa". Aldaz ha añadido que "fuera de la montaña vivía poco" y cuando se encontraban "casi siempre" hablaban de la montaña. "Como montañero era magnífico; como persona, muy bueno, y como amigo, entrañable y cercano", ha comentado Aldaz, quien recuerda que cuando recibió la noticia del fallecimiento de Ochoa de Olza se quedó "hecho polvo".
No pudo ser. La Montaña Maldita se cobró una nueva víctima. Y no fue la única. Ayer, un alpinista suizo de 45 años murió durante el descenso desde la cima del Everest y se convirtió en la primera víctima mortal de esta temporada en el pico más alto del mundo.
"Murió mientras regresaba después de alcanzar la cumbre de la montaña el jueves, pero todavía desconocemos los detalles", dijo Pralahd Chapagain, de la agencia Iceland Trekking, organizadora de la expedición. El equipo estaba compuesto por otros seis montañeros suizos que también lograron coronar el mítico ochomil del Himalaya nepalí. La víctima, que ha sido identificada como Goltz Uwe Micha Johannes, alcanzó la cima el jueves junto a otras 70 personas, según las cifras gubernamentales. Otras fuentes aseguran que hasta 77 personas coronaron el Everest ese mismo día, lo que podría significar el récord de ascensos en un solo día.
© Diario EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200

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PERFIL: "La cima traidora"



ÓSCAR GOGORZA - Madrid - 23/05/2008
Antes de conocer a Iñaki Ochoa de Olza creía que los himalayistas eran tipos sofisticados, por supuesto patrocinados, pagados de sí mismos. Muchos obedecen a éste perfil, es cierto, aunque Iñaki se encargó bien pronto de romper estos estereotipos. En el monte, viajaba con camisetas descoloridas, guantes sospechosamente ajados y mallas agujereadas. Un profesional sin contrato, ingresos ni logotipos que lucir. Un tipo ajeno al qué dirán. Vivía en el límite de lo que la austeridad da de sí, pero pronto supe que las ropas que le vestían eran, en realidad, trofeos: un gorro regalado por un famoso alpinista norteamericano, las mallas de un escalador mexicano, las gafas de un ruso?
"Toda la vida suplicando un patrocinio, y ahora que lo tengo me mandan tanta ropa que no me da tiempo ni a abrir las cajas", se reía recientemente. Pero un año antes, tuvo que renunciar a las carreras de esquí de montaña porque no podía asumir el coste de las inscripciones. Después de 20 años escalando 'ochomiles', alguien se dio cuenta de que el hombre merecía una ayuda y, de pronto, se vio con dos patrocinadores dispuestos a invertir en él, amén de un fabricante de material que le inundaba la casa con chaquetas de pluma. "Y, encima, me sobrán unos dos mil euros al año para mis cosas", se partía de risa.
Mientras, trabajó como guía en el Himalaya, mandando en dos ocasiones a paseo y sin despeinarse a sus impresentables jefes. "Mejor libre y pobre, que con dinero y amargado", solía decir. Difícil conocer a una persona más despreocupada ante las grandes incógnitas de lo cotidiano: ¿me compraré un todoterreno? ¿Llegaré a fin de mes? ¿Me renovarán el contrato? ¿Tendré plaza de garaje? La vida a salto de mata fue una constante en la existencia de Iñaki Ochoa, al que sólo una vez vi angustiado: operado de una rodilla, temía no restablecerse a tiempo para acudir a su cita con el Himalaya.
En las bodas de sus amigos, reunía una camisa de un hermano, los zapatos del otro, y sus vaqueros preferidos y acudía "disfrazado" a la ceremonia conduciendo el Nissan Micra más exprimido de la historia. Para las ocasiones especiales, llegó a comprarse una camisa?pero de un fabricante de ropa de montaña, por si las moscas. A fuerza de verle en la montaña, costaba ubicarle en otras coordenadas, pero siempre se despedía de sus amigos navarros cenando un bocadillo en el bar Zokoa.
Nunca le tuvo aprecio al Annapurna, la montaña en la que falleció su amigo Anatoli Boukreev. "Es una cima traidora", dijo al poco de renunciar en su cara norte el pasado año. Una placa será colocada en su recuerdo. Hará compañía a la que sirvió para despedir a Boukreev.
© Diario EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200

23 mayo 2008

Situación límite en el Annapurna
El alpinista navarro Iñaki Ochoa de Olza espera el rescate a 7.400 metros en el Himalaya en estado muy grave
ÓSCAR GOGORZA - Bilbao - 23/05/2008


"No me hago ilusiones. Si algún día me da un mal por ahí arriba, allí me quedaré". Iñaki Ochoa de Olza siempre habla claro, sobre todo a sus allegados, a los que nunca ha pretendido engañar acerca de su vida de himalayista. Treinta expediciones después, el navarro está donde nunca quiso estar: en manos de un pequeño grupo de rescate. Del que posiblemente sea el mejor grupo de rescate del mundo, después de que el lunes se derrumbase con los síntomas de un edema, durante su ascenso al Annapurna, el ochomil menos frecuentado del Himalaya, con sólo 130 conquistas desde 1950.
Los médicos especulan: edema cerebral, trombosis, embolia... Pero saben que todo lo que sirva para diluir su sangre le permitirá seguir con vida
"Si algún día me da un mal por ahí arriba, allí me quedaré", avisaba a sus amigos
Si hay un equipo solvente en el mundo, es el que se propone rescatar al español
El lunes, un dentista rumano de nombre Horia Colibasanu sollozaba en el interior de una tienda de campaña, a 7.400 metros, sosteniendo en sus manos un recipiente con sopa, implorando, lejos de todo, desesperado. Tendido en la tienda, Iñaki seguía semiinconsciente: en cuestión de segundos había pasado de hablar por teléfono con su familia a desplomarse entre vómitos. En un campo de altura uno se siente en otra realidad, sin apenas contacto con el resto de la humanidad. Lo cotidiano allí no es otra cosa que una plataforma tallada en la nieve o el hielo, una tienda ultraligera en la que dos personas se hacinan embutidos en sacos de pluma, un hornillo y un recipiente para fundir nieve. Crampones, piolets y mochilas ocupan el ábside del refugio, un lugar tan claustrofóbico como necesario. Esperar un rescate donde los helicópteros no vuelan es mucho esperar.
El lunes, dos alpinistas suizos de vanguardia, Ueli Steck y Simon Anthamatten, alcanzaron el campo base de la vertiente sur del Annapurna (8.091 metros) espantados por los aludes que corrían por la vía que pretendían escalar. En esa parte del mundo sólo estaban ellos y, mucho más arriba, en una vía distinta, el grupo de Iñaki. En Katmandú, recién llegado de una expedición, el kazajo Dennis Urubko (una de las estrellas del himalayismo actual) disfrutaba del sueño hasta que un cocinero sherpa le despertó implorando su ayuda. Al amanecer, volaba junto a otro ruso y un norteamericano camino del Annapurna. Todo por Iñaki, sin preguntas, pagando a escote de su bolsillo la estratosférica tarifa del helicóptero. Generoso, para una persona que cobra del ejército de su país 50 dólares mensuales. El martes, los suizos Steck y Anthamatten juntaron todas las medicinas que pudieron hallar en el campo base y se lanzaron a la carrera montaña arriba. El miércoles, alcanzaban el campo 3, a 6.900 metros. Ayer, sólo Steck pudo llegar hasta la tienda de Iñaki, a 7.400 metros. Sólo entonces el rumano Horia, aquejado de un principio de edema pulmonar, y en el límite de sus fuerzas, se avino a despedirse de Iñaki. Además de ofrecerle compañía, Horia había derretido sin desmayo nieve, y preparado sopa e infusiones para hidratar a su amigo e impedir que su sangre se espese. Los médicos no saben a qué atribuir exactamente los problemas de Iñaki: edema cerebral, trombosis, embolia... pero saben que todo lo que sirva para diluir su sangre le permitirá seguir con vida. Ayer, Steck le administró Edemox y Dexametasona. Para su sorpresa, Iñaki le reconoció y mostró gratitud. ¡Cómo no iba a reconocerlo Iñaki, una enciclopedia del alpinismo!
Si existe un equipo de rescate solvente en el mundo, éste es el que se ha concentrado en el Annapurna por puro azar. Lo han hecho por Iñaki, un navarro que ha participado en numerosos rescates himaláyicos. En 2003, quien esto firma sufrió un principio de edema cerebral a 6.000 metros, justo por encima del Muro Kinshofer, en el Nanga Parbat (8.125 m). Asustado ante los primeros signos y temiendo los efectos de la noche, no quise esperar al día siguiente y empecé a vestirme en silencio para descender. No osaba pedir ayuda, involucrar a nadie. Para cuando, entre vómitos, me até el primer crampón, Iñaki, mochila a la espalda, solicitaba ayuda y me esperaba para bajar. Nos llevó horas recorrer los 2.000 metros de desnivel hasta el campo base. No vi ni un solo signo de contrariedad en su actitud.
A Iñaki le saludan con la misma energía en Pamplona y en Katmandú. Pudiendo haber escogido una vida corriente, un libro de montaña, regalo de su padre, le cambió el camino. Treinta años después, sigue con idéntica ilusión, perdido en la ciudad cuando no se encuentra en el Himalaya o entrenándose para regresar a sus montañas.
Los que conocen al kazajo Dennis Urubko saben que hoy viernes alcanzará pase lo que pase la tienda de Iñaki. Otro ídolo que viene a verle, pensará. Si las medicinas hacen su efecto e Iñaki puede al menos caminar, todo será más sencillo. Si no, es seguro que no le dejarán allí, que darán con la manera de conducirlo hasta el campo base para completar uno de los rescates en el Himalaya más complejo, solidario y emotivo que se recuerda.
El País.com 23 Mayo 2008



Fallece el montañero navarro Iñaki Ochoa de Olza en el Annapurna
Un equipo de rescate salió en busca de montañero español atrapado en el Himalaya
EFE - Madrid - 23/05/2008
Colibasanu (izquierda), Ochoa de Olza (centro) y otro alpinista, a los pies del Annapurna.-


El montañero navarro Iñaki Ochoa de Olza ha fallecido esta mañana en el monte Annapurna, después de permanecer cinco noches a 7.400 metros de altitud en estado grave afectado por una lesión cerebral complicada por otra pulmonar, han confirmado a Efe amigos del alpinista. Según la web de Diario de Navarra, patrocinador de la expedición de Ochoa de Olza al Himalaya nepalí, el montañero no podía andar ni hablar, aunque ayer experimentó una ligera mejoría tras recibir la medicación que le hizo llegar el alpinista suizo Ueli Steck.
El estado de salud del montañero empeoró en las últimas horas y a las 8:45 horas (12:30 horas en Nepal) ha fallecido, después de que las maniobras de reanimación cardiopulmonar que le ha practicado Steck, la única persona que en ese momento se encontraba con él, hayan resultado infructuosas. La noticia ha causado una gran consternación entre sus familiares y amigos, ya que, según han reconocido varios de ellos, sabían que su estado era "preocupante", pero no pensaban que "tan crítico". En estos momentos, todos ellos se encuentran "destrozados".
Ochoa de Olza, quien había renunciado a la cima por unas congelaciones en sus dos manos, sufrió el pasado día 19 un ataque que le dejó prácticamente inconsciente, un estado en el que ha permanecido durante estos días a 7.400 metros de altitud junto con su compañero rumano Horia Colibasanu. Allí permanecieron solos y sin medicación hasta que ayer llegó el primero de los alpinistas movilizados para su rescate, el montañero suizo Ueli Steck, quien le prestó asistencia médica siguiendo las instrucciones que le transmitía por radio un equipo médico.
En ese momento, Colibasanu, quien también sufría problemas de salud, emprendió el descenso. La llegada de Steck hizo que los allegados al montañeros no perdieran la esperanza de que éste pudiese recuperarse, lo que finalmente no ha sido posible. Además se da la casualidad de que hoy había salido un segundo helicóptero en busca del montañero, la última de las gestiones que habían realizado y que, según han lamentado, "ha llegado demasiado tarde".
Ahora, según han apuntado dichas fuentes, lo importante es ayudar a bajar de la montaña, donde hace muy mal tiempo, a quienes han ido a ayudarle y que "han dado mucho más de lo que nadie está dispuesto a dar por él". Ochoa de Olza era un montañero experimentado con treinta expediciones al Himalaya y 15 ochomiles en su haber, según se indica en su página web, en la que se destaca que fue el primer español en escalar un ochomil en 24 horas y poseía el récord español de ascenso en el Aconcagua (5 horas y 45 minutos) hasta el año 2004.
La ayuda, en camino
Un helicóptero de rescate había salido en busca del montañero español Ignacio Ochoa de Olza, que permanecía en estado de seminconsciencia a 7.400 metros de altura en el monte Annapurna, en el Himalaya nepalí. "Un segundo helicóptero partió hacia la montaña esta mañana", ha contado Nima Nuru Serpa, de la agencia de expediciones de montaña Cho-Oyu Trekking.
Ochoa, de 41 años, que formaba parte de una expedición internacional de 11 miembros entre la que se encuentran ciudadanos rusos, rumanos y estadounidenses, permanece atrapado desde el miércoles en el campamento base del monte Annapurna (8.091 metros). "Un escalador rumano de la misma expedición estuvo con él hasta ayer y ahora está con un montañero suizo", ha añadido Sherpa, quien ha precisado que ese último alpinista ha estado atendiendo al español siguiendo las instrucciones de un médico a través de internet.
La información que ha aportado Sherpa antes del fallecimiento era que Ochoa se encontraba "muy débil". El pasado miércoles, un helicóptero salió en búsqueda del escalador español, pero no logró aterrizar en el campamento base a causa de las inclemencias meteorológicas.
El País.com 23 Mayo 2008